Un artículo en
The Economist, «First electric cars. Next, pone el foco en la sustitución de los combustibles fósiles en los procesos industriales que necesitan aporte de calor, planteando en su lugar el uso de diversas tecnologías sin emisiones basadas en la electrificación.
Los usos industriales son uno de los objetivos posiblemente más complejos en el proceso de descarbonización, superado tan solo por el transporte aéreo, pero es necesario tener en cuenta su descarbonización si se quiere cumplir con los acuerdos firmados.
Obviamente, no es lo mismo hablar de calor hasta los doscientos o trescientos grados, que pueden obtenerse a través de bombas de calor industriales, que de procesos como la metalurgia que precisan de miles de grados, y que precisan de hornos eléctricos que, hasta no hace muchos años, no se planteaban por antieconómicos debido al coste de la electricidad.
Sin embargo, y la disponibilidad ahora de energías renovables a un precio sensiblemente inferior hace que los planteamientos de electrificación sean ahora mucho más viables. Así, industrias químicas como BASF, una de cuyas plantas en Alemania consumía ella sola el 4% del total del gas del país, están acometiendo su descarbonización con una mentalidad muy clara: la descarbonización de las industrias de alto consumo energético solo puede lograrse mediante la electrificación.