Los límites de lo que se está dispuesto a ver en pantalla son enteramente personales, generando una disparidad entre perspectivas tan pronunciada que casi puede verse a la otra persona como un alienígena. Probablemente se han sentido así aquellos que retozan en el terror o la violencia más explícita y han tratado de explicarlo a gente que no quiere ni pensar que los filmes pueden llegar a esos extremos.
Hay motivos diferentes para poder acercarse a una experiencia tan extrema sin quedar traumatizado, y puede incluirse el poder disociar completamente lo que ve como una ficción pura. Aunque también la pura sensación de catarsis de poder presenciar algo explosivo sin tener que arriesgarse lo más mínimo, dejándose llevar por la destrucción de un film como "Sisu".
Una de los filmes de acción más cafres de los últimos años por fin puede verse en streaming a través de
Netflix, lo cuál es una gran anuncio para los fans de la ultraviolencia. Jalmari Helander nos entrega un cóctel de thriller bélico bien sucio cruzado con acción brutal y con un toque de western que fue todo un fenómeno de
culto en festivales especializados como Sitges, donde se llevó el premio de mejor película.
Nos encontramos en una Segunda Guerra Mundial cerca de la agonía, en el año 1944. Los últimos coleteos del conflicto se dan todavía en el Norte de Finlandia, donde un grupo de nazis con su artillería se encuentra en retirada.