En los años 80, nadie podía prever la enorme demanda que tendría en la actualidad. En aquel entonces, se desarrolló el
Protocolo de Internet versión 4 (IPv4).
Una dirección IPv4 se representa a través de números decimales y tiene una longitud de 32 bits, lo que ofrece un total de 4,294.967,296 combinaciones posibles. Se representa con 4 bytes separados por puntos (n.n.n.n), donde cada n es un número decimal entre 0 y 255.
IPv4 incluye clases de direcciones (A, aunque solo se utilizan las tres primeras para la mayoría de las aplicaciones. Cada dirección tiene una máscara que indica los bits que forman la red y los que definen al host. Además, usadas internamente en organizaciones y hogares sin visibilidad directa desde Internet.
Con el tiempo y el auge de las tecnologías, se detectó un agotamiento en las direcciones IPv4. Para solucionar este problema, la IETF (Internet Engineering Task Force) desarrolló un nuevo esquema de direccionamiento:
IPv6 (Protocolo de Internet Versión 6), que se creó a comienzos de los 90.
Una dirección
IPv6 se representa con 8 grupos de 4 dígitos hexadecimales separados por dos puntos (:). Este
protocolo ofrece 2^128 combinaciones posibles, permitiendo que todos los dispositivos puedan conectarse a Internet sin necesidad de distinción entre IP privadas y públicas.