El final de la segunda temporada de 'Aquí no hay quien viva' venía con una sorpresa. Paloma, uno de los personajes indispensables de la serie se fue para no volver. La trama lo resolvió de forma más o menos cliché. Tras una caída al patio se quedó en coma. Los guionistas dejaban la clásica puerta abierta que le permitía a la intérprete volver si así lo quería, pero aquello nunca sucedió.
El fin de Paloma en la serie no tiene ninguna otra razón que la marcha voluntaria de
Loles León. A la actriz se le juntaron don problemas. El caché era uno de los principales, según cuenta en el libro 'Aquí no hay quien viva: Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad', fue su agente quien la persuadió para hacer la serie a pesar de que de primeras no le pagaran su caché. Conforme pasaban los meses volvían a tener conversaciones al respecto, pero nunca llegaban a un consenso.
Quizás otro intérprete habría pasado esto por alto, sobre todo siendo consciente del verdadero fenómeno en el que se estaba convirtiendo la serie y del cariño del público. Ella fue mucho más pragmática, si no obtenía lo que merecía no quería estar ahí. Eso unido a su espíritu impetuoso hizo que lo que algunos jefazos de la producción creían que era una broma acabara materializándose. "Cuando
Loles estaba trabajando allí, me llamaba y me decía que lo iba a dejar. Y yo pensaba que era una exagerada", declara Juan Luis Iborra, director, en el libro.