Aquí el discurso popular suele favorecer a la lectura de
libros en papel la forma original, la más pura y la más valorada o la lectura de
libros electrónicos en un lector como los Kindle de Amazon o los Kobo de Rakuten.
Esta segunda opción ha ganado más y más peso gracias a las muchas virtudes de estos dispositivos. Las pantallas de tinta electrónica no cansan la vista, la retroiluminación permite usarlas de noche (y sin molestar a tu pareja), la resistencia al agua y al polvo favorece que te los lleves a la piscina y la playa, y además cuentan con una autonomía fantástica y con opciones como el resaltado de texto o los marcadores.
Y sin embargo, la gente sigue
leyendo libros electrónicos en el móvil o en la tableta. Hay quien critica tal opción, y desde luego tanto el uno como la otra no plantean la opción ideal para los lectores.
Las pantallas, a menudo demasiado brillantes, no son las mejores para sesiones de lectura prolongadas, pero además está el otro gran inconveniente de los móviles: hay demasiadas distracciones asociadas a ellos.
Mientras estás
leyendo, lo más probable es que se te ocurra mirar un momento esa red social o esa otra, o mandar un mensaje, o ver un vídeo de YouTube, o cualquier otra cosa. No es que no seamos capaces de concentrarnos en algo: es que no queremos hacerlo.