Soy de ese amplio porcentaje de personas que tienen síntomas de estar enganchados al móvil. Y esto de cara a mi trabajo como redactor de tecnología es en cierto modo positivo. El problema es que trasciende lo profesional, invade lo personal y ataca mi salud mental. Afortunadamente me di cuenta a tiempo, antes de que llegará a ser un problema real.
Desde hace tiempo soy yo quién controla el
iPhone y no él a mí, desactivando por completo las notificaciones (salvo llamadas) y tratando de ser consciente del uso que hago. Sin embargo, seguía cayendo en algo en lo que caen muchos: tener el móvil cerca incluso cuando se está disfrutando (o intentándolo) de un filme o una serie.
No es mi pretensión generalizar con este asunto, aunque sí intuyo y tengo ciertas certezas de que lo que a mí me ocurre es algo más extendido de lo que parece. Me refiero a eso de estar enganchado al móvil y desbloquearlo casi sin querer. Lo típico de que lo tocas para ver la hora y unos minutos luego te encuentras navegando en redes sociales.
Pues bien, eso me pasaba y me pasaba mucho. Demasiado. Durante el día suelo estar atareado con alguna actividad, ya sea laborar, hacer tareas de casa, realizar compras, quedar con algún amigo o sencillamente dar un paseo. Es durante la noche cuando tengo mi ratito de esparcimiento, ya que aprovecho para desconectar viendo alguna serie o filme en mi Apple TV.