Si ha existido una máxima que ha definido a todas las versiones de
Hulk es que el gigante verde permanentemente ha querido estar solo. El alter ego de
Bruce Banner ha peleado con furia para que le dejasen en paz, por lo que nunca ha tenido reparo en destruir ejércitos y acabar con cualquiera que se pusiese en su camino... hasta que ya no hubo nadie con quién enfrentarse.
Con el guión de
Peter David y las ilustraciones de Dale Keown, Hulk: The End relató en 2002 el final de la masa de músculos gracias a una colección de Marvel que pretendía dibujar una última historia para cada personaje. En el caso de la creación de Jack Kirby y Stan Lee, lo cierto es que el futuro que le aguardaría no sería nada agradable.
La trama nos sitúa un par de siglos más allá de la era actual de la Tierra-616 para mostrarnos a un extremadamente anciano
Bruce Banner que se dedica a vagar sin rumbo por la faz de la Tierra. Apenas viste un trozo de tela morado que le cubre la entrepierna, su pelo es canoso y su físico está en las últimas, todo ello siendo registrado por un robot flotante que le acompaña en todo momento. ¿Qué es lo que ha sucedido para encontrarse ante semejante situación?
A través de los recuerdos del experto en los rayos gamma, nos enteramos de que finalmente la temida crisis nuclear estalló por todo el globo. Las bombas atómicas llovieron sobre todos los países sin compasión, lo cual desembocó en la aniquilación total de la raza humana, excepto
Hulk.