En 2016, y tras seis ediciones que fueron cada vez más dejando de lado la autenticidad y centrándose en los concursantes más inestables, 'Pekín Express' decía adiós con una audiencia por la que hoy en día las cadenas se matarían (más de un millón de espectadores en cada episodio), pero que hace ocho años era un desastre. Sobre todo, viniendo de rozar casi los tres millones en su primera edición. Ahora, después de un largo periodo de barbecho, el mejor reality español de aventuras (con permiso de 'El conquistador del fin del mundo') ha vuelto con el mismo ADN y unos concursantes... innecesariamente célebres.
Reconozco que estaba con la mosca tras la oreja tras saber cada uno de los detalles nuevos que se iban dando a cuentagotas sobre esta séptima entrega de 'Pekín Express', entre el cambio de presentador y los concursantes VIP. A veces, traer a concursantes célebres puede ser esencial si los eliges sabiamente (como en el caso de la estupenda 'Traitors'), pero la mayor parte del tiempo solo entorpecen el devenir natural de los acontecimientos en un reality haciéndolo girar sobre su propio ego. Ejemplos hay miles, desde 'Gran Hermano VIP' hasta 'Masterchef Celebrity'. Y es inevitable temblar de miedo por la posible masacre de mi reality hispano favorito.
Por suerte, el equipo ha sabido tratarlos sin lujos, como si fueran anónimos, y preservar la esencia de 'Pekín Express': pruebas, inmunidades, un euro al día, localizar dónde dormir, amuletos, etcétera.