Las secuelas innecesarias son el pan nuestro de cada día, siendo normalmente el resultado de un éxito inesperado, ya que muchos ven en esa continuación una especie de apuesta segura. El problema es que muchas veces no dejan de ser meras repeticiones o ampliaciones innecesarias del universo que nos pilló a todos por sorpresa. Eso es justamente lo que ha sucedido en el caso de 'El hoyo 2'.
Tampoco me sorprende que eso haya sucedido, ya que 'El hoyo' no era un filme que pidiera a gritos una nueva entrega, pero el dinero manda y Netflix hizo todo lo que estuvo en su mano para que Galder Gaztelu-Urrutia se pusiera con la secuela lo antes posible. El resultado es un film que empieza con bastante fuerza pero que se queda sin ideas tras unos 20-30 minutos de metraje y luego se contenta con ser una especie de versión más salvaje de su predecesora.
Un error que suele cometerse en algunas secuelas es querer hacerlas más grandes, como si solamente con eso ya justificasen su existencia. Aquí eso da pie a una presencia más descarnada de la violencia, con el gore fluyendo, por así decirlo, con más felicidad, pero sin existir ningún tipo de vocación lúdica.