La aparente resiliencia del bitcoin en torno a los cien mil dólares y la evidencia de su buen funcionamiento a largo plazo como reserva de valor parece estar animando a más y más actores a plantearse su posible desarrollo como alternativa al dinero tradicional en general, y al dólar en particular.
Para
El Salvador, parece evidente que el arriesgado experimento de
Nayib Bukele aferrándose al bitcoin para salvar su economía está teniendo éxito: el pasado viernes, el gobierno del país adquirió más de once bitcoins por un valor de 1,07 millones de dólares y ejecutó otra compra idéntica el domingo, con el objetivo provisional de adquirir veinte mil bitcoins más. El país acumula ya unas reservas de $574, y acaba de cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para un préstamo de 1,400 millones de dólares a cambio de reducir sus polémicas políticas de adopción interna de la criptomoneda, en un intento de la institución por aplazar el problema que parece que se le podría venir encima si el ejemplo del país se extiende.
Pero
El Salvador, está lejos de ser el único país con ambiciones vinculadas al bitcoin. Un país además muy pequeño, pero mucho más destacado en el panorama económico mundial, Singapur, acaba de superar a Hong Kong en la carrera por atraer compañías relacionadas con las criptomonedas, en su carrera para tratar de convertirse en un centro de negocios relacionado con esa creciente economía alternativa.