El
Centro Nacional para
Asuntos del
Consumidor (NCAC) de Japón acaba de publicar un conjunto de sugerencias para sus ciudadanos relacionadas con lo que llama la «planificación digital del fin de la vida», con una serie de consejos sobre cómo llevarla a cabo, comenzando por incorporar en nuestro testamento los nombres de cliente y contraseñas de todos los servicios y suscripciones que utilizamos de manera habitual en la red.
Los consejos del organismo público japonés están motivados por los cada vez más habituales problemas de familiares de fallecidos a la hora de intentar cancelar o eliminar sus servicios o suscripciones, por no conocer los nombres de usuario o contraseñas con los que se dieron de alta. Entre los consejos, están algunas cuestiones que pueden parecer de auténtico sentido común, pero que aparentemente, muy pocas personas llevan a cabo, como mantener una lista completa con todas las suscripciones y servicios junto con su nombre de usuario y contraseña, asegurarse de que los familiares más cercanos pueden desbloquear su smartphone en caso de emergencia, considerar poner todos esos datos en un informe disponible en el momento de la muerte (un testamento o informe de últimas voluntades), o utilizar un servicio en el que designemos a alguien que reciba nuestras credenciales de acceso cuando hemos fallecido.