La familia de las coles está su mejor momento del año durante los meses fríos. Además de protagonizar numerosos platos de cuchara, guisos y potajes más contundentes, como el cocido madrileño o el puchero andaluz, además son verduras fantásticas para comer crudas o cocinarlas por sí mismas en salteados o, mejor aún, al
horno.
La col
picuda todavía es una gran desconocida para muchos consumidores a pesar de que se cultiva desde hace años en nuestro país. Su peculiar aspecto no solo hace que resalte estéticamente -luce muy bonita en la despensa-, sino que la convierten en una de las mejores coles para asar. Y si nunca has comido repollo, col blanca o col lombarda al
horno, no sabes lo que te pierdes.
Igual que la riquísima coliflor
asada entera, es una preparación que sorprende por cómo cambia el sabor de la col, acentuando sus azúcares naturales y logrando que sea menos amarga y más digestiva, con un rico contraste entre las hojas crujientes del exterior y la jugosidad de las capas internas.