En el aspecto geopolítico, uno de los hechos que ha marcado el inicio del año 2025 ya suena a 'déjà vu' en Europa: otro corte en un cable submarino en el
Mar Báltico, una región que se ha convertido en un punto cálido para la infraestructura crítica de telecomunicaciones y energía. Y, aunque inicialmente las sospechas recayeron sobre
Rusia, una investigación más profunda sugiere una explicación diferente... pero no exenta de polémica.
Los cables submarinos forman la columna vertebral de las telecomunicaciones globales: con más de 1,400 millones de metros distribuidos por los océanos, garantizan una conexión a Internet rápida y estable, además de conectar redes eléctricas y gaseoductos. Este sistema crítico además es extremadamente vulnerable, como demuestran los eventos ocurridos en los últimos 18 meses.
Desde principios de 2024, se ha tenido anuncio de tres cortes relevantes en cables y gasoductos submarinos en el Báltico:
- El daño a un cable eléctrico entre Finlandia y Estonia, atribuido al petrolero ruso Eagle S.
- El corte de un gasoducto en el Golfo de Finlandia por el buque Newnew Polar Bear, con bandera de Hong Kong.
- La interrupción de dos cables de datos cerca de Suecia, causados por el barco chino Yi Peng 3.