Cuando el otro día me quejé amargamente de 'Mufasa' en redes sociales, me dieron una respuesta tan descorazonadora como real: es algo para aparcar a los niños dos horas en
Navidad y para pasar el rato. Hace años, el estreno
Disney de estas fechas era un evento social, la gran apuesta de la temporada, una historia original con canciones trabajadas y pegadizas que presentaba nuevos mundos, personajes, canciones y narrativas. Ahora, remakes y contenido para alimentar a un público amodorrado que se conforma -cuando no desea- más de lo mismo de manera continua para "no malgastar el dinero de la entrada". Sin darse cuenta de que al pasar por el aro de la vagancia más absoluta, ya lo están haciendo.
Ahora mismo tiene que haber centenares de nuevas ideas de los jóvenes creativos de
Disney descansando en el despacho de Bob Iger. Estoy seguro de que entre ellas están las nuevas 'Lilo y Stitch', 'La Sirenita' o 'La bella y la bestia', historias originales, entrañables, divertidas, listas para tener una banda sonora creada por alguien apasionado por la historia y repleta de éxitos pegadizos. Y en su lugar, ¿qué es lo que tenemos? Remakes de los filmes clásicas, pero ahora con actores reales y CGI, secuelas tardías, precuelas que responden a inquietudes que nadie ha hecho. Luego del fracaso de 'Wish' y 'Mundo raro', la empresa del ratón ha entrado en un tristísimo y temeroso letargo del que puede salir cuando quiera. El problema es... que no quiere.