Desde que, tras el lanzamiento de
ChatGPT en noviembre de 2022, los chatbots basados en
inteligencia artificial generativa empezaron a estar disponibles para el gran público, me ha fascinado la forma en que los
directivos se aproximan a su uso habitual.
Obviamente, el hecho de esta en contacto con numerosos
directivos a través de la plataforma que, a varios niveles, supone mi trabajo en IE University â desde universitarios sin experiencia hasta MBAs con media de treinta años y varios de experiencia profesional, o estudiantes de cursos de alta dirección â permite que pueda aproximarme de manera bastante razonable y completa a esta cuestión.
Tras una primera fase absurda en la que muchas instituciones educativas (nunca el IE) optaron por aproximaciones restrictivas, mis planteamientos sobre cómo gestionar esa cuestión se han mantenido bastante constantes: pedir a mis alumnos, independientemente de su nivel, que utilicen todo tipo de herramientas basadas en
inteligencia artificial generativa para todo tipo de ejercicios y en todo momento, con la seguridad de que yo no voy a penalizarles por ese uso, pero pidiendo transparencia a la hora de decirme cómo lo han hecho. Básicamente, añadiendo como referencia el enlace a el o los prompts que hayan usado para obtener las respuestas.