"Y a ti, ¿cuánto crees que te queda antes de que te cambien por una IA?", me preguntaba un amigo el otro día. Y no supe muy bien qué responder. Con suerte, mucho, supongo, pero no depende estrictamente de mí ni de mi trabajo. De momento, muchas empresas están apostando al cien por cien en ella sin esperar a que el público de su opinión (algo que ya hemos visto varias veces en el mundo de la tecnología), y queda mucha tela por cortar. Sin embargo, no es complicado imaginar que un futuro como el de 'Justicia Artificial' pueda estar a la vuelta de la esquina. Y solo por atreverse a plantar cara a la máquina en estos tiempos de absurda pleitesía merece la pena echarle un vistazo.
Lo mejor de 'Justicia Artificial' llega en sus primeras escenas, llevar la contraria al sistema de IA que se ha implantado en los juzgados porque, a pesar de lo que diga el reconocimiento facial, decide cumplir fielmente con lo estipulado en la ley. Es una escena muy inteligente, narrada desde la sobriedad pero que no necesita más explicaciones para que entendamos lo que está ocurriendo. El problema es que, el resto del metraje lo dedica a dar continuas vueltas sobre el mismo concepto.