El formato físico de filmes ha sido de mis principales fuentes de gasto económico desde que he tenido dinero suficiente para comprar algo más que chucherías. Obviamente, soy consciente de que los mejores años de ese mercado hace mucho que quedaron atrás y que el auge del streaming ha llevado a que esté en una situación tan delicada que resulta muy complicada hablar de ellos en otros términos que no sea el de estar
herido de
muerte.
Además sé que es muy difícil que ese tipo de coleccionismo llegue a desaparecer por completo, pero sí que estamos llegando a una situación en la que puede pasar de ser una opción de nicho a algo totalmente minoritario y orientado a aquellos que no tengan problemas en tener que gastar igual 50 euros o más por una única película. Ahí hay otro problema al que no está prestando tanta atención como al hecho de que el número de compradores ha ido menguando cada vez más.
Desde la industria ha quedado claro desde hace tiempo que el formato físico ha dejado de ser una prioridad, y el hecho de que LG haya decidido dejar de fabricar reproductores en blu-ray y/o UHD es una nueva demostración de ello. Ya solamente hay migajas para repartir y cada vez hay menos interesados en conseguirlas.
Sí que la situación no es la misma según el país, pero en el caso de España cada vez hay más síntomas para la preocupación.