El formato físico de filmes ha sido de mis principales fuentes de gasto económico desde que he tenido dinero suficiente para comprar algo más que chucherías. Obviamente, soy consciente de que los mejores años de ese mercado hace mucho que quedaron atrás y que el auge del streaming ha llevado a que esté en una situación tan delicada que resulta muy complicada hablar de ellos en otros términos que no sea el de estar herido de muerte.